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El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un tipo de trastorno de ansiedad. Las personas con trastorno obsesivo-compulsivo tienen pensamientos persistentes, angustiantes y perturbadores (denominados obsesiones). Con el fin de intentar controlar estas obsesiones y la ansiedad producida por estos pensamientos, las personas con TOC sienten una necesidad imperiosa de realizar rituales (comportamientos llamados compulsiones). La mayoría de las veces, los rituales terminan controlando a esas personas.
Los síntomas básicos son ideas obsesivas (invasivas, intrusas, raras, reiterativas, agobiantes para el paciente) que, en general, el enfermo reconoce como enfermizas. El trastorno obsesivo-compulsivo se da principalmente en personas muy responsables, estrictas y meticulosas que generan ideas fijas, circulares, pudiendo pasar a ser ritualistas con comportamientos diarios que ejecutan (n) veces o bien incrementan sus conductas de escrúpulo (limpieza o desinfección), para evitar ser contagiados o contagiar a terceros,...
El curso del trastorno obsesivo compulsivo, que suele iniciarse en la adolescencia, es en general crónico con fluctuaciones, períodos de relativa mejoría y otros de empeoramiento. Los síntomas pueden aparecer y desaparecer, disminuir con el tiempo, o empeorar. Si el TOC llega a ser severo, éste puede incapacitar a la persona para trabajar o llevar a cabo sus responsabilidades normales en casa.
Algunos ejemplos de obsesiones son el miedo a los gérmenes o el miedo a lastimarse. Entre las compulsiones se incluye lavarse las manos, contar, revisar una y otra vez las cosas o limpiar. Esos ritos y pensamientos interfieren en sus vidas diarias.
Los investigadores piensan que tal vez los circuitos cerebrales no funcionen adecuadamente en las personas con TOC. Esta condición tiene una tendencia familiar. Los tratamientos incluyen psicoterapia, psicofarmacología o una combinación de ambos.
Se ha demostrado que la Terapia Cognitivo-Conductual es un tratamiento eficaz para el TOC, especialmente cuando se hace mediante la técnica de exposición. La mayoría de estos pacientes experimentan una mejoría tratándose exclusivamente con técnicas cognitivo-conductuales y se recomienda eventulamente la combinación con tratamientos farmacológicos en aquellos casos graves o cuando haya una depresión concomitante.
Es importante señalar que la colaboración del paciente es vital, ya que deberá enfrentarse a situaciones que le causan ansiedad, como parte esencial del tratamiento. Aunque el paciente obsesivo tiende a esconder sintomatología, es muy importante que durante las primeras sesiones el terapeuta obtenga la máxima colaboración.
Asimismo, creemos conveniente entrenar como coterapeuta a la persona con la que conviva el paciente con objeto de reducir el tiempo de tratamiento, sobre todo para los casos en los que hay que aplicar la prevención de respuesta (evitar que se lave las manos muchas veces, que encienda o apague las luces reiteradamente, etc..).