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El trastorno de control de los impulsos se caracteriza porque la persona que los padece tiene dificultades para oponerse a la necesidad de llevar a cabo un acto perjudicial para sí mismo o para los demás. Generalmente la persona experimenta una sensación de tensión y malestar que se alivia cometiendo el acto impulsivo, y que se torna placentera en el momento de llevarlo a cabo. Tras el acto puede haber arrepentimiento o no.
El trastorno explosivo intermitente consiste en episodios de pérdida del control de los impulsos agresivos, dando lugar a actos violentos, graves o a destrucción de la propiedad. La agresividad manifestada no es en absoluto proporcional al motivo desencadenante.
Sin embargo, si estar triste en un momento determinado no significa tener depresión, tener un enfado puntual levantando la voz, no significa ser violento. Los ataques de ira más frecuentes en la vida diaria, como gritos, golpes o agresiones, se deben generalmente a la aceleración cotidiana, los retos, la ambición, la incapacidad personal para conseguir lo que queremos y, qué duda cabe, a ciertos tipos de personalidad.
La ira expresada, causa desorden en la convivencia y en las relaciones personales y laborales. La ira contenida causa enfermedad psicosomática para quien la reprime. Es necesario aprender a interpretar, a través de un tratamiento cognitivo conductual, las ideas erróneas sobre los acontecimientos de la vida y resolverlos de forma racional, serena y tolerante.
La cleptomanía es el fracaso repetido en aguantar los impulsos de robar objetos que ni son necesarios para el uso personal ni se toman por su valor. Esos objetos pueden ser luego abandonados, regalados, escondidos o, simplemente, olvidados. Normalmente el individuo tiene suficiente dinero como para poder adquirir lo que roba pero siente como una necesidad y tensión al hacerlo experimentando una intensa gratificación o alivio después de cometido el acto.
El juego patológico es el fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos a jugar apareciendo una conducta de juego que compromete y lesiona los intereses personales, familiares o vocacionales. Los problemas que van surgiendo como consecuencia del juego tienden a aumentar la propia conducta de seguir jugando. Lo más característico de esta patología es que aparezcan importantes deudas personales con incapacidad para poder satisfacerlas implicándose otras responsabilidades financieras y llevando progresivamente al deterioro en las relaciones familiares, el trabajo, etc.
Es la tendencia patológica a la provocación de incendios. La sintomatología esencial es producir incendios de forma deliberada y consciente en más de una ocasión conllevando una importante tensión y activación afectivas antes del incendio con una gran liberación e intenso placer o alivio al encender el fuego, al presenciarlo o al participar en sus consecuencias. Además el sujeto suele sentir interés, curiosidad y atracción por todo lo relacionado.
Además de las mencionadas dentro de esta patología pueden agruparse la tricotilomanía (impulsos de arrancarse el propio cabello) , la compra por impulso (compra espontánea, no premeditada), el síndrome de acaparador compulsivo ( tendencia a la acumulación de artículos u objetos en forma excesiva) o la onicofagia (hábito compulsivo de comer, cortar o morder las uñas).